¡Imagina por un momento que el bueno de Don Quijote resucita en pleno siglo XXI y se topa con esos enormes molinos de viento! Posiblemente lo primero que haría sería caerse de su caballo al ver esas gigantescas aspas giratorias. ¡Vaya susto se llevaría!

Seguro que en su mente de caballero andante, esos molinos serían modernos dragones  dispuestos a arrasar el campo. Con su lanza en alto y su armadura polvorienta, se lanzaría al ataque sin pensarlo dos veces. “¡Por la dama Dulcinea del Toboso, he de vencer a estos feroces gigantes!”, exclamaría mientras se acerca con paso decidido.

¡Pero oh, la cruel realidad tecnológica le jugaría una mala pasada! Sus embates contra los molinos solo resultarían en sonidos metálicos y un pobre Quijote dando vueltas como un trompo. Las aspas seguirían girando sin inmutarse, como si se burlaran de su valentía desenfrenada.

En un viaje por Castilla-La Mancha,y desde la furgoneta en la que viajábamos, capture este momento.Me recordó a Don Quijote de la mancha en versión futurista, 414 años después de la primera edición siendo una de las obras mas destacadas de la literatura universal y la mas leída después de la Biblia.

📸Cámara: Sony Alpha 7III con objetivo de 24-70mm Serie limitada con Certificado de autenticidad. Impresión Giclée con papel Hahnemühle.

 

Después de varios intentos fallidos, imagino que Don Quijote se rascaría la cabeza, desconcertado y preguntándose si sus enemigos eran más resistentes de lo que pensaba. “Estos molinos son más duros que los dragones que solía enfrentar”, podría murmurar para sí mismo, tratando de entender qué está pasando.

Finalmente, cuando la realidad le golpee con fuerza, podría dejarse caer en la hierba y suspirar derrotado. Tal vez hasta intente hacer las paces con los molinos, disculpándose por haberlos tomado por enemigos. Y quién sabe, tal vez incluso intentaría ponerles nombres caballerescos, como “Molino el Indomable” o “Molino de la Infinita Resistencia”.

En esta comedia de enredos modernos, Don Quijote podría aprender una valiosa lección sobre la marcha: que incluso los caballeros andantes deben conocer su tiempo y adaptarse a las nuevas realidades. ¡Y quién sabe, quizás los molinos de viento terminen siendo sus aliados en su búsqueda de aventuras disparatadas en el siglo XXI!