Cuando el sol se deslizaba hacia el horizonte, arrojando su última caricia dorada sobre el campo de polo. La tensión del partido había quedado atrás, disipándose en el aire como el eco de los aplausos que se desvanecían en la distancia. Allí, en la tranquilidad que seguía a la agitación del juego, encontré esta agotada yegua majestuosa y elegante.

Los rayos del atardecer acariciaban su piel, acentuando su gracia y poder. Un mozo de cuadra, le dirigió un chorro de agua en la frente, y fue entonces cuando vi la magia.

El agua  golpeaba sobre su frente, dividiéndose en miles de diminutas gotas; el sol las atrapó, y las transformó en estrellas suspendidas alrededor de la yegua, como un collar de  efímeras constelaciones.

 

Horse with no name – Edición Limitada – Fotografía Ricardo Miras

 

Plasmé el rostro de esta preciosa yegua en el Club de Polo Ampurdán. El corcel, parece disfrutar su momento de aseo, un preciso instante de  felicidad. Realicé la imagen a alta velocidad para generar un efecto más impactante.

En ese momento, el tiempo se detuvo, y todo lo que importaba era esa yegua y su corona de estrellas líquidas. Era una imagen de belleza serena, una instantánea de la instantánea magia  que la vida nos regala en los momentos más inesperados.

Así puede ser la vida en el campo de polo, llena de contrastes y sorpresas, donde la majestuosidad se entrelaza con la sencillez, y donde la luz del sol puede convertir una yegua común en una diosa celestial.

 

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Autor: RICARDO MIRAS